De lo que se habla aquí es de institucionalizar ritos simétricos pero sin el carácter religioso. Incluso cobrando por ello el ayuntamiento.
Como leí por ahí, una fiesta con motivo de la llegada de un retoño, o con motivo del paso a la adolescencia de un niño, despojándoles de la religiosidad, se llama, precisamente, fiesta. Sin más. Querer institucionalizarlo para darse el gusto de arrojárselo a la cara a los religiosos es de palurdos y a mí, como laicista, me abochorna.